Usted está aquí: La familia Hacia el tecer milenio

¿Qué significa un jubileo? Esta celebración viene desde el Antiguo Testamento; en el Levítico leemos, que cada 50 años se declaraba un año santo en el que se proclamaba la liberación de todos los habitantes del país, se dejaba descansar a la tierra, se recobraban propiedades, se perdonaban deudas y había gran alegría y júbilo, de ahí viene la palabra Jubileo.

No debemos olvidar que el "festejado" del año 2000 es Nuestro Señor Jesucristo, ¡"es su cumpleaños"! "Cristo ayer, hoy y siempre; principio y fin, Alfa y Omega. Suyo es el tiempo y la eternidad. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos" cita tomada de la Liturgia del Sábado Santo, y es una plegaria milenaria de la Iglesia.

El Santo Padre, Juan Pablo II nos ha dirigido una Carta Apostólica titulada "Tercio Milenio Adveniente" que puede traducirse como "en la proximidad del Tercer Milenio" o preparación para la llegada del año 2000 y sobre la que estamos haciendo algunas reflexiones, citando en adelante, las letras TMA y el número del párrafo al que nos referiremos.

El Jubileo del Año 2000 tendrá 3 años dé preparación:

1997 Jesucristo, es el mismo ayer, hoy... (TMA 40)

1998 El Espíritu Santo (TMA 44)

1999 Dios Padre (TMA 49)

La celebración del Jubileo, tendrá lugar en Tierra Santa, en Roma y en las Iglesias locales de todo el mundo.

Primera disposición:
Arrepentimiento.

Este gran Jubileo, es un tiempo de "adviento" que nos prepara al encuentro con Jesucristo. El Santo Padre nos exhorta, al arrepentimiento y a la penitencia por nuestros pecados.

"Si decimos que no tenemos pecados, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros" dice San Juan ( 1 Jn.1,8). Por eso la Iglesia nos exhorta a pedir perdón por los pecados, en primer lugar por los personales. Quien no reconoce primero su pecado, no tiene ningún derecho de inculpar a los demás.

La Iglesia es Santa; su cabeza es Cristo, tiene la santa palabra de Dios y los santos Sacramentos y es morada del Espíritu Santo. Por todo esto la llamamos nuestra Santa Madre Iglesia.

Pero la Iglesia Santa, abraza en su seno a los pecadores. El Papa es claro: "La Iglesia siendo santa por su incorporación a Cristo, no se cansa de hacer penitencia. Ella reconoce siempre como suyos, delante de Dios y de los hombres, a los hombres y a los hijos de los pecadores" (TMA 33). No es la Iglesia, somos sus hijos quienes pecamos y la manchamos y nos invita a unir nuestras lágrimas penitenciales a las suyas incontaminadas.

"A las puertas del nuevo milenio los cristianos deben ponerse humildemente ante el Señor para interrogarse sobre las responsabilidades que ellos tienen también en relación con los males de nuestro tiempo" (TMA 36). El Papa en numera algunas:

- La indiferencia religiosa que lleva a muchos hombres de hoy a vivir como si Dios no existiera, y a conformarse con una religión vaga, incapaz de enfrentarse con el problema de la verdad y con el deber de la coherencia.

- La pérdida del sentido trascendente de la existencia humana y el extravío en el campo ético, incluso en los valores fundamentales del respeto a la vida y a la familia.

- La responsabilidad que tenemos en relación con los males de nuestro tiempo.

- El examen de conciencia debe mirar también en qué medida estamos afectados por la atmósfera de secularismo y relativismo ético que nos rodea.

- Qué responsabilidad tenemos frente a la desbordante irreligiosidad que se manifiesta, por no haber dado una auténtica y madura muestra de fe, cuando no transforma nuestra vida personal y social de acuerdo con los valores del Evangelio y no se traduce en obras. (TMA 12)

- El examen de conciencia debe mirar también la aceptación de las enseñanzas del Concilio Vaticano II y de otros documentos oficiales de la Iglesia, que siguen siendo válidos y nos llaman a un compromiso de vida, y que debemos conocer como fieles hijos de nuestra Iglesia.

La Historia:

Es verdaderamente impresionante, el sentido histórico de la carta del Santo Padre, nuestra Iglesia Católica cumplirá también ¡2OOO años de vida! Nos habla de la llegada de San Agustín de Canterbury a Inglaterra en el año 597, de la evangelización de Polonia en 966, de Hungría en 968, de Francia en 496, de Rusia en 988, de China en 1294, de Africa desde Etiopía en 397, del Congo en 1491, y ni qué decir de los 500 años de la evangelización de América Latina (TMA 25).

Nos habla el Santo Padre del Año Mariano de 1988 que precedió a los acontecimientos de 1989, en el que sucedieron cambios que sorprenden por su envergaduras rápido desarrollo, entre los que sobresalen la caída del comunismo con el "muro de Berlín", el término de la "guerra fría", etc.

El Papa nombra a México dos veces en su carta, (TMA 22 y 24) y una de ellas, a propósito de la persecución religiosa en la cual numerosísimos fieles católicos, sacerdotes, religiosos, jóvenes, fueron perseguidos y derramaron su sangre por mantenerse firmes en su fe. Recientemente el Santo Padre beatificó al sacerdote mártir Miguel Agustín Pro, S.J., y a otros 23 sacerdotes y jóvenes de la Acción Católica. Son la gloria de México.

1997 Año 1"JESUCRISTO".

Este año se dedicará a la reflexión sobre "Jesucristo, único Salvador del mundo, ayer, hoy y siempre". (Heb.l3,8) (TMA 40)

El objetivo prioritario del Jubileo es el fortalecimiento de la fe y del testimonio de los cristianos. Es necesario suscitar en cada fiel, un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversión y de renovación personal. (TMA 42)

Este año será adecuado para una catequesis sobre la persona de Jesucristo y su misterio de salvación, de gran utilidad para este objetivo, será el estudio y profundización del Catecismo de la Iglesia Católica que presenta fielmente la enseñanza de la Sagrada Escritura, de la tradición y del Magisterio auténtico de la Iglesia.

(TMA43) María Santísima estará presente a lo largo de todo este año y será contemplada en el Misterio de su Maternidad Divina ¡En su seno el Verbo se hizo carne!

1998 Año II "EL ESPIRITU SANTO" (TMA 44)

1998 será el segundo año de la preparación del Jubileo, y se dedicará al Espíritu Santo y a su presencia santificadora en la iglesia desde su apostólico inicio. El Espíritu Santo actualiza en la Iglesia de todos los tiempos y lugares la única revelación traída por Cristo a los hombres.

El Espíritu Santo está especialmente presente en los Sacramentos del Orden Sacerdotal y la Confirmación y es Él, quien en el curso de la historia, construye el Reino de Dios.

1999 Año III "EL PADRE CELESTIAL" (TMA 49)

Tercer y último año de preparación, tendrá la función de ampliar los horizontes de los fieles según la visión misma de Cristo: La visión del "Padre Celestial" (Mt.5,45) por quien fue enviado y a quien retornará. (Jn. 16,28)

En este Jubileo, será oportuno afrontar la vasta problemática de la crisis de civilización, que se ha manifestado sobre todo en el primer mundo, tecnológicamente más desarrollado pero tremendamente empobrecido por la pérdida de valores y el olvido de Dios.

El Santo Padre Juan Pablo II no ha dudado en llamar a este fenómeno "la Civilización de la Muerte": países industrializados y ricos que legalizan el aborto por medio del cual millones de seres humanos son desechados como basura, sociedades que abogan por la legalización de la eutanasia, para deshacerse de los enfermos y ancianos "no productivos", producción masiva de armamentos carísimos y sofisticados, que por negocio se ponen en venta a todos los países, facilitando masacres absurdas, desaparición de la familia auténtica para dar paso a toda clase de uniones y desuniones en las cuales todo se vale excepto el tener hijos; el poderío inconcebible del narcotráfico en el cual se involucran gobiernos y militares, incapaces de resistir la tentación del negocio, colaborando a la corrupción y muerte de millones de adolescentes en todo el mundo...

A esta civilización de la muerte, el Papa nos invita a oponer la CIVILIZACION DEL AMOR, fuente de vida, paz, solidaridad, justicia y libertad.

En Jesucristo "CAMINO, VERDAD Y VIDA" se encuentran las bases para la plena realización de la humanidad. No por nada el Santo Padre, en su primer discurso a la Iglesia y al mundo cuando fue elegido Sumo Pontífice nos dijo "No tengan miedo, abran las puertas a Jesucristo".

Peligros de esta celebración.

El Jubileo del año 2000 debe ser una fiesta cristiana y celebrarse cristianamente. Una gran tentación será la vanalizáción, como suele suceder con los grandes acontecimientos, cuando caen en manos de los mercaderes del turismo, el comercio, la prensa y la televisión. Así ha pasado por ejemplo con la Navidad, ya no es el nacimiento del Niño Dios, sino el extranjerizante y grotesco Santa Clós; en la Semana Santa lo que se anuncia son las playas y el sol y lo que menos interesa es que el Hijo de Dios haya dado su vida por nosotros. Corremos el peligro de vaciar de su contenido cristiano al Jubileo del año 2000.

Mientras el mundo cristiano se prepara a tan grande acontecimiento, con verdadero júbilo, se da que el cambio de milenio ha sido propicio para que florezcan con facilidad sectas y grupos "apocalípticos" y alarmistas, llamados "milenaristas' que perturban la conciencia de la gente.

El milenarismo, es la doctrina que predica un reinado de mil años, y los milenaristas son los grupos que difunden estas enseñanzas y viven en una constante angustia esperando el fin del mundo, ya próximo.

Estos movimientos o grupos religiosos se apoyan en una interpretación material y fundamentalista de algunos textos bíblicos, especialmente del Apocalipsis (20, 1 -10) que anuncian la venida de Cristo y su reinado de mil años. Este fenómeno aparece siempre que la humanidad pasa por una situación crítica, momentos de violencia, cambios en los modelos culturales, hallazgos astronómicos, final de siglo, de milenio, etc. Así pues, es un fenómeno recurrente y complejo.

En estos tiempos pueden llamarse sectas apocalípticas, a los Testigos de Jehová, Mormones, Adventistas, a los inventores de la Nueva Era, etc.

Hay pues que estar sobre aviso y no esperar acontecimientos cósmicos espectaculares. El año 2000, no será muy distinto en el calendario civil, del año 1999 o del 2001. No se trata de esperar novedades cósmicas o astronómicas, sino de un adviento espiritual para prepararse a celebrar a Jesucristo y darle las gracias por el Don de la Redención.