TEXTOS GRIEGOS

El primer NT griego impreso fue preparado por sabios españoles en 1514, bajo el patrocinio del Cardenal Cisneros.  Su preparación tomó casi diez años y fue publicado junto con el AT. Tomó el nombre de “Biblia políglota complutense”, por estar en varias lenguas y haber sido publicada en Alcalá (Complutum, en latín).  El AT se imprimió en tres columnas asociadas con el texto hebreo, la Vulgata latina y la versión griega de los Setenta.  El NT aparecía en griego y latín.  Sin embargo, esta no fue la primera edición griega del NT que vio la luz pública.  Su publicación sólo se autorizó a partir de 1520.

El Textus Receptus o Texto Recibido

Mientas tanto el holandés Erasmo de Rótterdam (1469-1536) publicó por lo menos cinco ediciones del texto griego del NT en 1516, que fue todo un éxito editorial.  El texto griego de Erasmo tuvo mucha importancia.  Lutero y los traductores de los siglos XVI y XVII, como Reina y Valera (español), Almeida (portugués), y la traducción al inglés de la versión de King James, utilizaron el texto de Erasmo.

Estéfano publicó otras cuatro ediciones en los años de 1546 al 1551. Teodoro Beza también publicó diez ediciones. Esta familia de Textos griegos se conoce con el nombre de Textus Receptus o más bien para nosotros Texto Recibido. Así se le llamó a la edición del Texto griego hecha por los hermanos Elzevir en el año de 1633, quienes escribieron en la presentación de su publicación la frase: “Así que aquí tenéis el texto ahora recibido por todos (Textum ab Ómnibus Receptum) el cual te damos con nada cambiado o corrompido” De aquí viene el término Textus Receptus. Esta versión griega del NT y sus subsecuentes ediciones fueron ampliamente difundidas, reconocidas y aceptadas como el texto normativo de la iglesia protestante.

Pablo Besson, misionero suizo muy documentado en esta materia, afirma que el TR sirvió de base para traducir el NT de la versión llamada Peshitta. Esta versión fue hecha alrededor del año 170 de la era actual. Este dato envuelve extraordinaria importancia en lo que se refiere a la antigüedad del TR. A la versión Peshitta siguieron la Itala, la Vulgata y otras, traducidas todas del TR.

El Dr. Wilkinson nos dice que el primer editor del TR fue Luciano de Antioquía, en el siglo III, quien sacó a muchos de la incertidumbre en que se hallaban por causa de las ediciones y comentarios bíblicos del filósofo Orígenes.

El editor parisino Robert Etienne (Stephanus, en latín; 1503-1559) usó el texto de Erasmo para su edición griega del NT al cual introdujo por primera vez al aparato crítico (lista de «variantes»), y la división en versículos, que seguimos utilizando hoy. 

El Textus Críticus o Texto Crítico

Los británicos B. F. Westcott (1825-1901) y F. J. Hort (1828-1892) publicaron una edición reconstruida del texto griego del NT que alcanzó reconocimiento internacional. Este trabajo fue realizado durante el siglo XIX. El texto griego de Westcott y Hort fue apenas variado por Nestle y, partiendo de éste, se elaboró el NT Griego, publicado por las SB. Éste en cuya edición colaboró incluso Carlo Martini, un (prelado católico).

Según confesión de los propios Westcott y Hort, la base de su texto griego del NT es, fundamentalmente el contenido en los manuscritos conocidos como Sinaítico y Vaticano. Los defensores de las nuevas versiones bíblicas insisten en la antigüedad y exactitud de estos dos manuscritos que, supuestamente, justificarían alteraciones del texto bíblico.

E. Nestle (1851-1913) elaboró el moderno TR en su NT griego publicado en 1898, que realmente es más bien ya el TC.  En efecto, Nestle utilizó el texto griego producida por Westcott y Hort, comparándolas con un gran número de variantes de otros manuscritos neotestamentarios.  Este trabajo fue complementado por su hijo E. Nestle (1883-1972) y por K. Aland, quienes se unieron posteriormente.  La edición del NT griego, que lleva su nombre (Nestle-Aland), revisado y actualizado con el estudio de los papiros y manuscritos recientemente descubiertos, ha llegado a ser el texto base de numerosas traducciones modernas del NT.

Naturalmente, al examinar siquiera sucintamente estos datos surge una serie de preguntas obligadas. ¿Por qué Westcott y Hort prefirieron el Sinaítico y el Vaticano como base de su texto del NT griego en lugar del TR? ¿Qué les llevó a tomar una decisión así que contradecía la lógica, el conocimiento y la historia del cristianismo a lo largo de casi dos milenios? ¿Se trató de un simple error? ¿De mera ignorancia combinada con buena fe?, la elección de Westcott y Hort fue consciente pero no se basó en la ignorancia, sino en motivaciones mucho más turbias y peligrosas. (Ver Conspiración contra las Sagradas Escrituras escrito por el Dr. César Vidal Manzanares)