Usted está aquí: Oraciones Canciones Católicas



Salmo 130

Señor mi corazón no está engreído,
mis ojos no pretenden ser soberbios,
no voy por un camino de grandezas,
sencillo y escondido es mi sendero.

No busco maravillas ni prodigios
pues me conozco y sé que soy pequeño,
mantengo el corazón en paz contigo,
y mi alma está tranquila y en silencio.

Señor te revelaste como Padre,
desde mi pequeñez yo te contemplo.

Un niño en los brazos de su padre,
parece mi alma dentro de mi pecho,
pues Tú les das respuesta a mis temores,
trayendo la certeza de lo eterno.

Un niño que en los brazos de su madre,
descansa y se abandona sin recelo,
así también me basta tu presencia,
para calmar en mi alma todo anhelo.